¿Tu mujer se
aleja de tu vida?, ¿no sabes cómo recuperar a tu pareja?, ¿sientes deseos de
tener al amor de tu vida al lado tuyo?,
existen muchas formas de cumplir su
objetivo principal experimentando rituales que se manifiestan de efectivos y
duraderos para sus propósitos.
Uno de estos
hechizos son los amarres
de amor, que es realizado
constantemente, debido a que no solo sirven para el entorno
sentimental sino también para conseguir
su objetivo personal, en este caso, del hombre, que tiene por finalidad conquistar
a la mujer de su vida con fines comunes.
Por esa
razón que generalmente este ritual representa mucha trascendencia en la vida
del sexo masculino dado a que se tiene una gran oportunidad de recibir un
beneficio en busca de la persona que desea. Pues como se sabe muchas veces los
hombres no hallan esa forma de como acercarse al sexo opuesto teniendo a este
ritual como idóneo para sus intereses.
¿Cuántos casos conocemos que los hombres necesitan de este
ritual?
Existen
muchas situaciones donde el sexo masculino requiere de este ritual ya que
suelen ser los más expuestos a tener esa necesidad. Por ello diariamente se
observa como buscan tener la oportunidad de experimentar este hechizo con el único propósito de realizar su
cometido.
¿Con que materiales se realizan estos
hechizos?
- 1 hilo rojo o rosa
- 1 piedra imán
- 1 gota de aceite esencial de cardamomo
- 1 gota de aceite de sándalo
- 1 franela de tela roja
- 1 gota de aceite esencial de olíbano
¿Cómo
es el paso a seguir para la elaboración de este hechizo?
Como primer
paso, se colocara la piedra imán dentro
de la franela roja doblándola hacia ti. Luego cose la tela para cerrarla, mientras visualizas a la
persona deseada para ti. Mantel el amuleto en el bolsillo hasta que la vuelvas
a ver. Cuando tengas la oportunidad se
frota rápidamente la piedra con tu mano y de inmediato toca su mano con
esa misma. Una vez finalizado ello,
veras los resultados donde automáticamente este hechizo debe permanecer
en secreto debido a que funcionara correctamente en beneficio del cliente.
Por: Michael Monzon
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